Fundamentación

«Lo trágico» como clave de acceso

Las convenciones de los siglos XIX-XX determinaron la «muerte de la tragedia» como forma teatral de un género que dio origen al drama occidental. «Lo trágico» es una noción trascendente, propia de todo ser humano, que da cuenta de la necesidad de este por descubrir quién es en el devenir del mundo, más allá de su máscara social, de sus modas, de sus convenciones. Entendemos que sólo la forma se transforma; por lo tanto, es necesario replantear la dramaturgia, la actuación, la dirección, el montaje y la crítica de este género —que llamamos «tragedia nueva» o, simplemente, neotragedia—, y formar artistas y público en este tipo de arte performativa de amplio espectro.




Esencia busca forma


Desde lo esencial, definimos tres elementos que caracterizan un esquema dinámico:

Cosmos — Ciudad — Humanidad

Estos tres elementos se interrelacionan, son expresiones unos de otros. Si alteramos el equilibrio de, al menos, uno de estos tres aspectos, se altera el todo, el sistema: se desencadena «lo trágico».
Desde lo formal, el esquema anterior tiene un correlato que vuelve a expresarse en tres aspectos visibles en una tragedia, respectivamente:


                          Mŷthos — Coro — Héroe

No importa en qué época se sitúe la tragedia ni a qué momento histórico pertenezcan sus hacedores, siempre que haya una forma de contar «lo trágico» habrá mŷthos y, por lo tanto, correlato de lo cósmico; lo coral —o su función dramática— representará un conjunto «social» de distinto grado; el héroe se resignificará como representante de la humanidad.
Aquí está lo trágico. Tres veces en la historia del teatro occidental se verificó de manera original la esencia y la forma de lo trágico. Los demás momentos históricos fueron replicadores más o menos formales. 







Neotragedia y nuevas convenciones

Desde «lo esencial», y lejos de banalizarse, la cosmovisión del siglo XXI podría profundizarse: el esquema (neo)trágico de Cosmos-Ciudad-Humanidad (y su correlato escénico) sigue vigente en la necesidad humana por cuestionarse la verdad del mundo.
Desde «lo formal», el teatro se enriqueció con las influencias plásticas y narrativas del cine, la TV, el cómic, el teatro de imagen, la técnica multimedia y, por supuesto, los métodos corporal, vocal y actoral para una escena neotrágica.
Es posible conformar una estética original, con temas originales. Podrán retomarse temas y mitos clásicos, pero diferirán necesariamente en la forma. Podrán «inventarse» personajes o «arquetipizarse» realidades más cercanas, pero una neotragedia aportará una salida conveniente, una eucatástrofe explícita o diferida. Movimientos corales, texturas narrativas, sensaciones, emociones, filosofía en acción: la humanidad de las butacas frente a las costas de su propia existencia, con la plena consciencia del movimiento. Esto propone la neotragedia. Una técnica y estética para todos, aunque no para «cualquiera».

A pesar de los postulados de Søren Kierkegaard o George Steiner, —¡a pesar del mismo Nietzsche!— y de la gran evasión del siglo XXI, creemos que la tragedia no ha muerto, sino que sólo mudó de forma; que lo trágico es más que una sucesión de muerte y que, sobre todo, no es clasicismo, sino una posibilidad de reactualizar el origen en el ambiente urbano.
Consideramos importante producir y desarrollar una forma de espectáculo trágico a través de técnicas modernas que expresen las inquietudes trascendes del ser urbano del siglo XXI, identificando mitos modernos, según el lenguaje de nuestro tiempo.

Ariel Pytrell
neotragedia@gmail.com